Te presentamos dos formas artísticas que a una primera instancia no tienen mucho que ver, pero que sin embargo, juntas pueden lograr hacer magia.
La moda y la arquitectura han compartido desde sus inicios un objetivo en común: el de transformar una necesidad en una expresión artística. Ahora bien, nos enfrentamos a un concepto muy complejo, y es que existen tantas definiciones de arte como humanos en el mundo y en la historia.
Comencemos por una que hace sentido y que funciona para los efectos que en este espacio vamos a explorar. Se dice que el arte es la creación realizada por el ser humano mediante muy diversas técnicas para expresar su versión sensible del mundo (ya sea real, ficticio o imaginario). En este sentido, la moda y la arquitectura experimentan en su creación la necesidad de generar belleza, entre entramados de curvas, volumen y recreando sensaciones.
No resulta entonces extraño que los dos hayan encontrado puntos de encuentro, en donde ambos conceptos se interconecten y dancen a la par. En ejemplos concretos, el diseñador de alta costura Balenciaga estaba tan obsesionado con la arquitectura y el volumen, que en sus diseños buscaba recrear las formas como si las mujeres fueran esculturas.
La incorporación de la tecnología en ambas técnicas ha facilitado el debate entre ambas, y esto se puede notar sin duda en el diseño de zapatos de Alexander McQueen, que imitan paisajes arquitectónicos, utilizando dentro de sus procesos creativos técnicas como la impresión en tercera dimensión. Por su parte, Victor & Rolf se inspiró en el Sydney Opera House de Jorn Utzon para su creación de vestidos de novia en la colección Primavera 2010.
Muchos reconocidos arquitectos han tenido aportaciones muy importantes en el mundo de la moda, como Frank Ghery, Zaha Hadid y Philip Beesley, y de manera contraria, muchos diseñadores de alta moda tienen dentro de su currículum, estudios académicos en arquitectura, como Paco Rabanne, Versace, Balmain, Tom Ford, Josep Font y Delpozo.
El vínculo entre ambas expresiones artísticas seguirá creciendo imparable de la mano con las nuevas aportaciones tecnológicas al mundo actual, y lo que nos queda como espectadores y consumidores de arte es seguir apoyando ambas disciplinas para que la conversación siga sucediendo.